martes, 9 de julio de 2019

Del Deshonor y la Desmemoria


Lo siento. Lo siento muchísimo, en lo más profundo de mi alma. Siento que hayáis pasado por esa humillación que nunca merecísteis. Lo siento por todos vosotros, hombres y mujeres, padres, madres, hermanos, tíos, abuelos, primos, amigos de gente que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Guardias civiles, policías nacionales, militares, políticos, familiares y seres queridos. Antes, a pesar de aquellos tiempos grises, la gente lo tenía todo muy claro. No importaba tu ideología, tu confesión religiosa, tu raza, tu sexualidad ni nada por el estilo....el terrorismo era terrorismo y se condenaba por igual por parte de toda la sociedad. Nadie quiere que muera un inocente, y pensar diferente no hace a nadie menos inocente ni más merecedor de que lo maten. Yo tengo mi propia ideología, pero ante todo soy persona. Soy padre, tengo madre y hermanos, amigos con sus familias...yo puedo imaginar mínimamente de lejos el dolor de cada uno de vosotros cuando veo esas fotos, con niñas destrozadas en los brazos de un padre cubierto de sangre que mira al cielo con los ojos perdidos en la desolación. Con familias llorando viendo los restos de los suyos entre amasijos de hierro y escombros....¿De qué ideología son esas crías? Nunca querría ver a la familia de un político de ideología contraria en esas circunstancias, ni a la familia inocente de nadie. 

Eso no se nos puede olvidar nunca mientras los culpables, los que han planeado, ordenado y ejecutado cada barbarie sigan con vida. Deben ser castigados, máxime si no se arrepienten de nada y dicen públicamente que era necesario ese dolor.

No comprendo como se le pudo dar voz al responsable de tanta muerte, en una televisión de todos, y permitírsele entrar en nuestros hogares a contarnos no se qué y que poco nos importa. Allí, deberíais haber estado vosotros, contándole a todo un país lo que es ver cada día la foto de ese familiar que ya no está, porque alguien jugó a ser dios. Contándole a los votantes quienes son ciertos partidos, contándole a la sociedad que han cambiado las armas por actas, pero no han desaparecido.
 
Pero eso ya no importa, muchos de vosotros y vuestras familias fuísteis asesinados por ser leales servidores a España y los españoles. Hoy se justificaría con que erais unos fechas o de derechas por defender la Unidad Territorial de España. Da igual con que, hoy se justificaría. Siento vergüenza ajena, mucho asco, rabia....

Vosotros no merecéis ésto, pero ésta sociedad nunca os ha merecido. 



martes, 19 de marzo de 2019

No me Felicitéis.

No me felicitéis.
Ahorráos las felicitaciones si por ser padre creéis que soy prescindible para una hija.
Ahorráos las felicitaciones si no creéis que un padre está como mínimo igual de capacitado para criar un hijo que una madre.
Ahorráos las felicitaciones si pensáis que lo único que hacemos es meterla.
Ahorráos las felicitaciones si sois de la opinión de que por el hecho de no haberlo parido, un padre nunca querrá a un hijo tanto o más que una madre.
Ahorráoslas si ante la duda somos incompetentes pero una madre ante la duda es una crack.
Guardáos las felicitaciones en éstos casos porque no quiero hipocresía.
Y si no pensáis así, más que felicitar, movéos para que nadie prive a los niños de pasar con sus padres éste día.
Yo no quiero vuestras felicitaciones, quiero que me devuelvan a mi hija.


sábado, 26 de enero de 2019

¿Dónde está papá?

Lucía es una niña de 28 meses de edad. Es una niña cuyos padres están separados desde hace más de año y medio, al poco de cumplir ella su primer añito. Su padre siempre la ha querido, desde el primer momento. Cuando aún no tenía nombre ni sexo, cuando se llamaba Lucía, cuando papá y mamá estaban juntos y cuando el modelo familiar cambió, su amor por ella nunca lo hizo lo más mínimo. Los primeros meses todo iba bien. Lucía estaba con papá todos los fines de semana de viernes al mediodía hasta el domingo por la noche y con mamá desde el domingo hasta el viernes. Durante su estancia con papá, Lucía era feliz, ya que siempre le acompañaba allá donde iba, jugaba con ella y le intentaba enseñar palabras y números. En verano lo pasaba especialmente bien, porque iban a la piscina, aunque la piscina grande no le gustaba mucho. En aquellas vacaciones papá estaba especialmente orgulloso de Lucía, ya que había aprendido a usar el orinal. Estaba aprendiendo mucho, y muy rápido. Durante todo ese tiempo, su abuela iba a verla cada vez que podía, a jugar un rato con ella y a llevarle siempre alguna cosa. Estaba realmente ilusionada con ella. Pero después de aquel verano todo cambió. Después de un último fin de semana con papá en el que había ido a su primera boda, de repente y sin saber por qué, mamá decidió que ella ya no pasaría más noches con papá, pero estando con el, decidió que debía quedarse y avisó a mamá. Parecía que todo iba bien, pero mientras Lucía dormía, el telefono del portal la despertó. Había llegado la Policía Nacional porque mamá por alguna extraña razón, creía que Lucía estaba en peligro. A la noche siguiente, Lucía se fue con mamá, porque tenía que ir a la guardería. Papá no sabía nada de que Lucía ya iba a la guardería, después de mucho tiempo intentando convencer a mamá de lo importante que era, acababa de enterarse de que por fin iba. Papá había desaparecido, no sabía por qué no iba a recogerla, ni a verla ni nada. Después de 10 días sin saber nada de él, papá había llegado a la guardería. Que listo era papá, sin que nadie le dijera nada, había encontrado qué guardería era y dónde estaba, para poder ir a ver a Lucía. Con el tiempo, la recogía cada mañana y la llevaba con mamá cada noche del fin de semana, pero ella quería pasar las noches con papá como hacía antes. Con el tiempo, mamá entró en razón y Lucía de nuevo pasaba los fines de semana durmiendo con papá. Papá incluso a veces la llevaba o la recogía de la guardería, y hasta la llevó a su trabajo a enseñarle muchas cosas que le encantaron. Fueron unas navidades muy divertidas para Lucía, que se lo pasaba bien con papá paseando por las calles iluminadas, por las tiendas, de nuevo con su abuela y con los amigos de papá. Esas navidades tuvo muchos regalos, pero cuando las navidades acabaron, papá había desaparecido de nuevo. Hoy hace 25 días que no duerme en casa con papá, hace 21 que ni siquiera ve, oye o habla con papá...Hoy seguramente Lucía se pregunte por qué papá y la abuela ya no la quieren o si se han olvidado de ella. Lo que Lucía no sabe, es que su papá y su abuela nunca dejarán de quererla, nunca han renunciado a ella y nunca lo van a hacer. Llegarán hasta donde sea necesario por estar de nuevo con ella.