Querido Jimmy,
Me vas a perdonar si no estoy muy fino, pero cuesta despedirse de alguien cuando ni siquiera has aceptado que se va. Y no lo he aceptado porque me resulta insultantemente inaceptable tu partida, incomprensible, ilógica y sobre todo tremendamente dolorosa.
Recuerdo el día que llegaste a la 1a Compañía, recién ascendido, y cómo desde el primer minuto demostraste tu entusiasmo, alegría, y unas tremendas ganas de aprender y desarrollar el empleo. ¡Que orgullo inmenso haber compartido contigo mi etapa de cabo!
María José y tú me hicísteis partícipe de uno de los días más felices de vuestra vida, la boda. Siempre tendré aquellos días en la memoria, ahora también con un nudo en el alma. Rebeca y yo hemos pasado de esperaros en la nuestra a ir a tu funeral. Qué bonito ha sido ver cómo te quería tantísima gente que las calles del pueblo se abarrotaron hasta el cementerio. Y qué duro ha sido verla a ella rota, junto a vuestras familias y nuestros hermanos. Ten por seguro que estaré para lo que necesiten, como si de mi propia familia se tratase.
Quedará en mi conciencia no haberte rendido ningún tipo de honor militar, pues no se me autorizó a portar tu féretro, ni a formar en la compañía de honores ni a custodiar tu capilla ardiente.
Quedará en mi conciencia no haber tenido claro si estabas dentro o fuera del agua hasta que era tarde, y no haber sabido en qué orilla debía saltar a buscarte.
Quedará en mi conciencia la duda de por qué un ejercicio de Instrucción, a priori sencillo, os cuesta la vida a ti y al soldado León.
Ojalá sepas que aunque pudo ser mucho peor, el resto se salvó. Que algunos compañeros, entre ellos tu sargento, fueron unos héroes. Los que no tenemos una agenda política muy apretada hemos sacado un hueco en nuestra agenda familiar para ir a visitarle al hospital. Hemos querido darle nuestro apoyo, pues él te buscó hasta prácticamente la extenuación.
Me gustaría decirte lo mucho que vamos a echar de menos tu alegría y tu sonrisa, tu empuje y tus ganas, tu cercanía y tu entusiasmo.
No se muere quien se va, solo se muere quien se olvida, y mientras vivamos todos los que te conocimos, tú lo harás en nuestros corazones.
Con una medalla póstuma y un funeral no se acaba todo. El mejor homenaje que podemos hacerte, a ti y a tu familia, aún está por llegar.
Ha sido un honor servir contigo, HERMANO.
Hoy más que nunca, "somos sangre de aquellos leones que supieron morir con honor".