Hoy, en el Día del Padre, muchas mujeres felicitarán a los suyos por todas las redes sociales; los cuales son todos y cada uno el mejor padre del mundo. Y no lo pongo en duda. Luego, para algunas de ellas, cuando llegan las separaciones y los divorcios, (e incluso antes), se entregan al ideal de "el niño es mío porque para eso lo he parido yo". Ideal que por desgracia, comparten también algunos hombres y que se ve claramente reflejado en el sistema y en cada estamento de la sociedad.
Una madre gesta, una madre da a luz, pero ¿Y luego? Los padres no podemos llevar dentro a nuestros hijos, pero desde el momento de la concepción, somos sus protectores. Cuando esos niños salen al mundo, estamos ahí para recibirles y desde ese momento guiar su camino. Un padre es capaz de hacer todos los esfuerzos y sacrificios para conseguir lo mejor para su hijo, y un padre, pase lo que pase, siempre va a estar ahí para ellos.
Ser padre no se compra ni se alquila en función del tamaño de una pensión de alimentos. Ser padre es algo que se gana. Se gana dando de comer con una jeringa cuando recien nacidos no se enganchan a la teta. Se gana curando ombligos para que caiga el cordón umbilical. Se gana con visitas al pediatra para revisiones y vacunas. Se gana enseñando a usar el orinal. Y por desgracia se gana también de otras maneras. Se gana haciendo como que no pasa nada cuando de repente ya no les dejan dormir en tu casa. Se gana buscándoles cuando te cortan toda comunicación con ellos y desconoces su paradero. Se gana yendo a buscar la guardería donde te han dicho que están matriculados, (sin tú saberlo), para intentar verles aunque sea un momento. Se gana poniendo tu mejor cara para jugar con ellos una hora en un parque mientras su madre con su novio, (como si pintase algo), te vigilan como si fueras a hacerle algo malo. Se gana peregrinando entre comisarías y juzgados por cada irregularidad. Se gana explicándoles por qué no tienen dos papás ni cuatro abuelas a pesar de lo que les digan. Se gana siendo muy fuerte, lo suficiente como para alejarte 350 km de casa para asegurar tu futuro laboral y por tanto su sustento. Se gana haciendo de tripas corazón durante años, con la esperanza de que todo sea mejor.
Ser padre es en ocasiones duro. Nunca dejarás de preguntarte si lo estás haciendo bien cuando le pones unos límites, cuando intentas educar de la mejor manera y a veces los modelos de educación no coinciden. Por supuesto que hay madres que son capaces de asumir éstas funciones, y hay quien no merece llamarse padre así mismo, pero si tanto se nos llena la boca de igualdad, quizá va siendo hora de asumir social, judicial y administrativamente que para un niño su padre es, al menos, tan importante como su madre.
Felicidades a todos los padres, en especial a los que por uno u otro motivo no tienen posibilidad de estar o comunicarse con sus hijos. Nunca dejéis de pelear por ellos, nunca os rindáis, nunca perdáis la esperanza.