28 de enero de 2015, el Cabo de Infantería, Don Francisco Javier Soria Toledo muere al impactar un proyectil de artillería israelí contra la torre de vigilancia en la que se encntraba de guardia. Seguramente muchos medios dieron una noticia similar a ésta aquellos días.
Aquella mañana no parecía muy diferente de todas las anteriores, una rutina entre patrullas, preparación y descanso, hasta que nos llegó una alerta y teníamos que salir, al parecer habían lanzado misiles desde una zona próxima. La adrenalina en sangre era casi como una caja de bebidas energéticas, preparamos corriendo literalmente todos los vehículos, las caras de muchos expresaban lo que pensábamos sin hablar, que después de tantos años de preparación para éstas ocasiones, había llegado la hora de la verdad, era el momento. Todos estabamos listos, en los vehículos, a la espera de una orden para salir a por ellos. La orden llegó, pero no para salir, sino para replegarnos al búnker. Al parecer, el ejercito israelí iba a activar un protocolo por el que cuando recibe un ataque, responde con fuego de artillería sobre la zona de orígen, eliminando así a los agresores. Ya durante nuestras largas horas en el búnker, recibiríamos la noticia de que una de nuestras posiciones había sido atacada, y que había bajas. En mi mente, la posición estaba totalmente destruida y habrían caído ya muchos compañeros. La rabia se apoderaba de nosotros, la indignación, hacíamos mil teorías sobre las diferentes actuaciones de los organismos internacionales, ONU, OTAN, etc, aunque todo eran conjeturas ya que era algo que no estaba en nuestras manos. Cuando nos llegó la noticia, la única baja fue la del cabo Soria, aunque pudieron ser muchas más. A partir de ahí, y tras ver que pocas cosas había ya por hacer, la tristeza se palpaba en el ambiente. Comenzaron los ensayos de los honores fúnebres, practicando incluso el porteo del ataaúd. Tras el Toque de Silencio, comenzó la Guardia de Honores a su féretro. Los elegidos nos turnamos toda la noche, firmes fuera de donde descansaba su cuerpo, sin creer lo que estaba pasando. A la mañana siguiente, cuando llegaron a por el los porteadores, ahí estaba el féretro, cubierto con La Enseña Nacional. Toda la noche haciendole honores pero no lo habíamos visto hasta ese momento, en el que de golpe lo ves, con los colores de La Bandera, pasando delante tuya. Una vez que se lo llevaron, se acabó la guardia de honores, así que corriendo guardé mi fusil y me incorporé al paso en las dos filas que acompañaban al feretro pasando ante nuestros ojos mientra saludabamos conforme llegaba a nuestra altura, camino al helipuerto. Recuerdo perfectamente la rabia que sentía por dentro, como alguna lágrima se me escapó mientras saludaba, y apretaba los dientes por la mezcla entre rabia, indignación y por qué no decirlo, ira y venganza. Llegó el féretro al helicóptero, y marchó camino del aeropuerto de Beirut que lo devolvería a casa, a que los compañeros de allí también le diesen su último adiós. En los días siguientes, todos los militares de otros países nos daban el pésame según coincidíamos en alguna tarea o simplemente si nos cruzabamos por la base. Pocas semanas después, nacía la hija de nuestro difunto compañero. El ya no podrá conocerla, pero ella sabrá quien fue su padre. En ese sentido, yo me siento afortunado cuando estoy con mi hija, porque sé que otros no tuvieron esa oportunidad. La misión finalizó sin más incidentes reseñables, pero no volvíamos todos...en un vuelo había un asiento vacío, del que ya se había adelantado meses antes, y que ahora, descansa en paz.
- Los demandó el honor y obedecieron,
- los requirió el deber y lo acataron;
- con su sangre la empresa rubricaron
- con su esfuerzo la Patria engrandecieron.
- Fueron grandes y fuertes, porque fueron
- fieles al juramento que empeñaron.
- Por eso como valientes lucharon,
- y como héroes murieron.
- Por la Patria morir fue su destino,
- querer a España su pasión eterna,
- servir en los Ejércitos su vocación y sino.
- No quisieron servir a otra Bandera,
- no quisieron andar otro camino,
- no supieron vivir de otra manera.